La mancha colateral de la cultura de consumo de la que somos parte, se va recomponiendo en las singulares abstracciones, para dejar entrever el alma de un artista. Sorprendentes elementos que tienen un propósito definido, y que a veces pueden resultarnos confusos, raros o extravagantes. La lírica y el pensamiento, donde los objetos tienen voz, un mensaje conocido, desconcertante, que se viene a casa con nosotros después de la exposición.
El arte de Yoshua Okón es inquietante, una llamada constante a la exageración de un consumismo, que prácticamente nos ha devorado en el trabajo, en la rutina de casa, en ver los detalles simples que causan más deleites para nuestra alma, como algo aberrante. Esta crítica al sistema, puede ser compartida por muchos y hay quienes no entienden el uso del arte como amplificador artístico de la razón, para recomponer desde los reflejos del espectador, una reflexiva construcción.
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