El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Metate con la efigie de una cabeza de animal | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Metate con la efigie de una cabeza de animal

Cultura Desconocida
Región Costa del Golfo
Período Posclásico
Período 9 Posclásico
Año 900-1521 d.C.
Técnica

Piedra tallada

Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1269
Investigador

Las montañas de México y de Centroamérica sirvieron para obtener toda una serie de recursos que hicieron posible sostener la vida civilizada. Mesoamérica requirió en toda época de enormes cantidades de piedra para forjar su cultura. Mucha de ella fue objeto de intercambio comercial, particularmente los vidrios volcánicos, los jades y, cuando no la había localmente, inclusive piedras más comunes como son los basaltos.

El caso de la ciudad de El Tajín, ubicada en el norte de Veracruz, es muy claro al respecto. Los metates de piedra volcánica y –en general– los instrumentos de molienda fabricados con basalto o andesita, hacen la diferencia en los antiguos ajuares de casa. Fuera de la ciudad habrían sido muy escasos y los que se encuentran hoy en día suelen estar muy desgastados y prácticamente inservibles para la preparación de la harina de maíz. No es imposible que en el campo las tareas de molienda se realizaran, en alguna medida, sobre lajas de arenisca sin que mediara mayor preparación.

De hecho, hay ejemplos de metates fabricados con esta piedra en áreas residenciales, aunque por ser mucho más pequeños bien pudieron usarse para triturar otra clase de productos, probablemente pigmentos u otros productos no comestibles. Hay que tomar en cuenta que la molienda de maíz sobre lajas de piedra aportaría arenas, mismas que al ser consumidas con los alimentos incidirían por su naturaleza abrasiva en el desgaste dental.

Hasta donde sabemos es muy posible que hubiera en toda época grupos de población adulta que presentaban esta clase de deterioro a nivel del esmalte e inclusive en la dentina, aún así no se trata de una afectación que deba considerarse exclusiva de los estratos menos favorecidos de la sociedad. Sin embargo, el acceso a los productos de la montaña, a los metates fabricados con piedra volcánica, debió ser muy restringido al tratarse de objetos que participaban de circuitos comerciales controlados por las élites locales y que sólo estarían disponibles en los mercados locales.

El caso de El Tajín es particularmente elocuente y se relaciona, en cierta forma, con esta extraña pieza conservada hoy en día en el Museo Amparo. Por un lado, se trata de un metate cuya superficie se encuentra desgastada, aunque sigue todavía siendo útil. No hay duda de que fue utilizado para la molienda del maíz con la ayuda de una “mano” de piedra. Por otro, se trata de un instrumento de basalto con cuatro soportes, mientras que lo usual en Mesoamérica sólo eran tres. La orilla se encuentra decorada y en uno de los extremos puede verse la cabeza reclinada de un animal, un mamífero de hocico muy pronunciado cuyas patas coinciden con la posición de los soportes. Una de las orillas del metate simula la columna vertebral del animal, mientras que en el lado contrario quedan apenas sugeridas las patas a modo de representarlo acostado.

La pieza es realmente extraordinaria puesto que no encuentra igual con ninguno de los tipos de metates conocidos. El que haya sido hecha de basalto tampoco dice mayor cosa sobre el lugar de su procedencia, hay que recordar que también los objetos terminados, no sólo la materia prima, alcanzaban por intermediación comercial territorios verdaderamente alejados de los sitios de manufactura. Si no me equivoco, esto último es lo que debió ocurrir con el metate que aquí es de nuestro interés, no me sorprendería que hubiera venido de Centroamérica o que inclusive se trate de una pieza elaborada en los primeros años de la Conquista a juzgar por la posición que adopta el animal, lamentablemente es algo que se nos escapa y que no estamos en posición de averiguar.

Las montañas de México y de Centroamérica sirvieron para obtener toda una serie de recursos que hicieron posible sostener la vida civilizada. Mesoamérica requirió en toda época de enormes cantidades de piedra para forjar su cultura. Mucha de ella fue objeto de intercambio comercial, particularmente los vidrios volcánicos, los jades y, cuando no la había localmente, inclusive piedras más comunes como son los basaltos.

Obras de la sala

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