Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX
Atriles | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla
Atriles | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla
Atriles | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla
Atriles | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla
Atriles | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla
Atriles | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla
Atriles | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla
Atriles | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla
{
Región ¿Oaxaca o Chiapas?
Período 3 Siglo XVIII
Período 4 Siglo XVIII
Técnica Plata en su color; repujada, cincelada y grabada 
No. registro VS.AU.017
Período Siglo XVIII
Piezas por lote 2
Medidas

Alto: 42.5 cm; ancho: 30.8 cm 

Investigador

Pareja de atriles labrados, a diferencia de otros ejemplares, en gruesa plancha de plata repujada visible en la cara posterior, sin estructura o armazón interior de madera. Adoptan diseño de águila bicéfala, emblema que, ajeno aquí a la divisa imperial, se inspira —como hace notar el profesor Cruz Valdovinos— en el conocido símbolo del evangelista San Juan. Timbrada por una corona real, la pieza descansa sobre la cola del animal, desplegada en abanico en medio de sus dos patas de garra.

Con plumaje detallado, el centro del respaldo lo ocupa el cuerpo del ave, sin que se aproveche en este caso para insertar los habituales medallones o recuadros con los textos correspondientes al Lavatorio de los pies y al prólogo de San Juan o Último Evangelio, que se leía al concluir la celebración. La gradilla o repisa para sostener el misal está constituida por un simple escalonamiento plano, liso y bruñido, en contraste con los rayados de las plumas y de los fondos del resto de la pieza. Dos eses fundidas de tornapuntas que nacen del respaldo, a modo de asas, le sirven de soporte en su parte posterior.     

El mismo autor ha señalado cómo esta peculiar tipología aquilina y bicéfala, generalmente de doble función (atril y sacra), resulta característica de la platería novohispana a juzgar por los ejemplares conocidos. Para Esteras se hicieron típicos desde principios del siglo XVIII, aunque es probable que el modelo arranque de finales del siglo anterior. Piezas de este tipo existen en el Museo Franz Mayer de México (c. 1700-1725), en el Pilar de Zaragoza (1715), en San Lucas de Jerez de la Frontera (1761) y en la catedral de Santo Domingo (posteriores a 1760), todas ellas realizadas en la Ciudad de México en el siglo XVIII (1).

Otro ejemplar en colección particular de Chiapa de Corzo (2) comparte con el del Museo Amparo la solución de las patas aquilinas, que, a diferencia de los atriles-sacras anteriores, están trabajadas en la misma plancha de metal y no fundidas y exentas. Éstas, en lugar de las tradicionales bolas, aprisionan al mismo tiempo dos roleos contrapuestos en los que finalizan las plumas de sus extremos. Labrados en Yucatán (Mérida o Campeche), los atriles-sacras de la iglesia de Los Llanos de Aridane (Canarias), donados en 1789 por un indiano retornado de Campeche (3), prueban, asimismo, la difusión del modelo en los centros periféricos del sur y del sureste del virreinato —de donde podría proceder la pieza que aquí analizamos—, así como su pervivencia durante todo el Setecientos.   

Sin marcas, como es habitual, su factura popular, patente en su rigidez, planitud y ausencia de volumen y naturalismo, apuntan de nuevo a un obrador local, quizá del sur de México, cuyos artífices tal vez están imitando modelos ya superados en otros centros más avanzados y creativos. Sobre esa base, y ante la ausencia en su exorno de motivos decorativos o estilísticos que nos permitan aventurar una cronología más precisa, dejamos abierta su datación en el siglo XVIII.      

 

1. Cfr. C. Esteras Martín, «Platería virreinal novohispana. Siglos XVI-XIX», en El arte de la platería mexicana. 500 años, México, 1989, p. 246, nº 60; y La platería del Museo Franz Mayer…, ob. cit., pp. 150-152, nº 41; J. M. Cruz Valdovinos y A. Escalera Ureña, La platería en la catedral de Santo Domingo, primada de América, Santo Domingo-Madrid, 1993, pp. 164-166, nº 86; y La Platería Mexicana, ob. cit., p. 39, nº 40.

 

2. La Platería Mexicana, ob. cit., p. 39, nº 40.

 

3. J. Pérez Morera, Arte, devoción y fortuna. Platería americana en las Canarias Occidentales, Gobierno de Canarias, San Cristóbal de La Laguna (Tenerife), 2011, pp. 24-25, nº 16.

Pareja de atriles labrados, a diferencia de otros ejemplares, en gruesa plancha de plata repujada visible en la cara posterior, sin estructura o armazón interior de madera. Adoptan diseño de águila bicéfala, emblema que, ajeno aquí a la divisa imperial, se inspira —como hace notar el profesor Cruz Valdovinos— en el conocido símbolo del evangelista San Juan. Timbrada por una corona real, la pieza descansa sobre la cola del animal, desplegada en abanico en medio de sus dos patas de garra.

Obras de la sala

Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX