A partir de estudios tecnológicos y traceológicos en objetos de concha y lapidaria se ha propuesto una tradición de manufactura del Altiplano Central que llega a abarcar incluso la parte norte de Guerrero y que inicia desde el Preclásico medio en los sitios de Las Bocas (1250-800 a.C.), Teopantecuanitlán (1200-400 a.C.), y que continúa en Teotihuacan (200-900 d.C.), Tula (700-1250 d.C.) y Tenochtitlan en la etapa IVa (1440-1469 d.C.). En estos sitios, a partir del análisis de huellas de manufactura, se determinó una similitud en herramientas, donde principalmente se utiliza andesita para desgastar, obsidiana para cortar y pedernal para perforar y dar acabados.
Dicha tradición es posible apreciarla en una gran cantidad de objetos arqueológicos que muchas veces comparten diversos atributos morfológicos y funcionales, así como también materias primas, por lo que son fácilmente identificables. Del mismo modo comparten técnicas y procesos durante su elaboración, lo que sugiere una tradición muy arraigada sobre todo en la Cuenca de México. Cabe señalar que muchas veces sus representaciones pueden determinarse a partir de ciertos cánones propios de culturas Nahuas. Como es el caso de dos máscaras del Museo Amparo.
Esta máscara antropomorfa de piedra verde presenta una cara irregular una cara cóncava, paredes convexas, presenta dos perforaciones bicónicas en los extremos superiores arriba de las orejas. Presenta incisiones para dar forma a las facciones del rostro. Los ojos están representados con incrustaciones de escleróticas de caracol. Su tecnología coincide con piezas recuperadas en el Centro de México.
La expresión de la máscara es semejante a piezas recuperadas en contextos arqueológicos de la Cuenca de México, pero en este elemento en particular, su representación coincide también con la ejecución de las máscaras Chontales de Guerrero, es decir, la forma naturalista de los rasgos y la forma en altorrelieve de la T que forman las cejas y la nariz. Por lo que a partir de estas evidencias podemos concluir que es una máscara donde puede verse de manera clara la influencia y rasgos compartidos de la tradición tecnológica del Altiplano Central.
A partir de estudios tecnológicos y traceológicos en objetos de concha y lapidaria se ha propuesto una tradición de manufactura del Altiplano Central que llega a abarcar incluso la parte norte de Guerrero y que inicia desde el Preclásico medio en los sitios de Las Bocas (1250-800 a.C.), Teopantecuanitlán (1200-400 a.C.), y que continúa en Teotihuacan (200-900 d.C.), Tula (700-1250 d.C.) y Tenochtitlan en la etapa IVa (1440-1469 d.C.). En estos sitios, a partir del análisis de huellas de manufactura, se determinó una similitud en herramientas, donde principalmente se utiliza andesita para desgastar, obsidiana para cortar y pedernal para perforar y dar acabados.