La manera en la cual se ataviaban las personas de la época prehispánica era algo singular y con una originalidad sorprendente. En ocasiones los vestidos estaban cubiertos de jade, para que al caminar la persona sonara como si estuviera lloviendo; otras veces las personas se ataviaban con distintas partes del jaguar para causar terror entre los enemigos y, muchas veces más, en las fiestas se desplegaba toda una teatralidad, con colores, formas y movimientos que sorprendían incluso a las personas que contemplaban estos rituales.
Entre los tipos de atavíos más comunes se encontraban los tocados, es decir, los elementos que se colocaban en la parte superior de la cabeza. Cada cultura representaba tocados particulares, en ocasiones las largas plumas dominaban las figuras, otras veces eran sencillos “tipo casco”, como los de las figuras olmecas y, muchas veces más se representaban con una simple banda.
El número de catálogo 1663 de la Colección del Museo Amparo, corresponde a dos cabezas muy similares. La pieza 1663-1 formaba parte de una figurilla hueca y tiene una forma oblonga horizontal. Los ojos se encuentran con una forma convexa y son delimitados por dos tiras convexas arriba y abajo. Asimismo, la parte superior de la pieza es más prominente, representándose las cejas, y de ahí se une a una pequeña forma piramidal que representa la nariz.
La boca está entreabierta. El labio inferior es recato, mientras que el superior se curvea ligeramente, lo cual hace que parezca que tiene las comisuras hacia abajo. Los dientes se muestran tenuemente, delimitándose con líneas verticales cada uno.
El cabello está recortado alrededor de la cara de una manera cuadrangular y se marcan líneas verticales para simularlo. En la parte inferior se colocaron al pastillaje dos círculos, con otro círculo pequeño en medio para simular las orejeras. Lo más llamativo es el tocado, ya que se colocaron otros dos círculos en la parte superior de la cabeza, y de ahí sale una tira aplanada que termina en una curvatura, como si se tratara de un pequeño fleco de hilos que caen sobre el cabello.
La pieza 1663-2 es muy semejante, pero se nota un trabajo más burdo. Los ojos son convexos y son delimitados por una tira arriba y abajo, pero no hay ninguna evidencia de que se haya querido marcar la ceja. La nariz es recta y prominente, mientras que la boca está entreabierta. El labio inferior es recto y el superior se curvea, dejando entrever unos dientes que son marcados con líneas incisas verticalmente. El corte de cabello, al igual que la anterior pieza, está recortado cuadrangularmente alrededor del rostro y, a cada lado, se distinguen dos grandes círculos, con un círculo en medio, colocados al pastillaje, que representan las orejeras. La sección del cabello tiene marcadas líneas verticales, para simularlo y en la parte superior, a cada lado, se encuentra un círculo de donde sale una forma de gota.
Estas figuras huecas, probablemente formaban parte de un instrumento musical que servía como las modernas sonajas. Figuras semejantes se han encontrado en la región maya (Tabasco) mostrándonos una similitud de objetos y funciones.