El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo
Aplicaciones de urna | El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo | Museo Amparo, Puebla
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Aplicaciones de urna

Cultura Zapoteca
Región Oaxaca
Período 3 Clásico tardío
Período 4 Clásico tardío
Año 650-1000 d.C.
Técnica Barro modelado
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1325
Período Clásico tardío
Ubicación Salas de Arte Contemporáneo. Piezas Prehispánicas
Investigador

El arte funerario es una de las mayores creaciones de los zapotecos, donde la creatividad y el ingenio se desplegaban en todos los elementos que implicaba una tumba. Por lo general, los entierros de los gobernantes o las personas se realizaban bajo tierra con una entrada que tenía un vano flanqueado por dinteles y jambas bellamente labradas. En el interior se encontraban varios cuartos con pintura mural. En estos aposentos se depositaba el cuerpo de la persona y se le rodeaba con una rica ofrenda. Por lo general, entre los objetos que se depositaban se encontraban urnas que representaban a dioses o a personas vestidas de deidades, como se aprecia en la Escultura de barro de un dios zapoteco con elementos de lluvia de la Colección del Museo Amparo. Cabe recalcar que las tumbas no eran particulares de un individuo, sino que correspondían a un linaje la mayoría de las veces, de ahí que se encuentren varios cuerpos enterrados en un aposento. Esta reutilización llevaba a la reactualización del discurso que se plasmaba en las tumbas y de ahí que fuera constante la renovación de las pinturas o los objetos que acompañaban a los difuntos. Además, las tumbas no tenían el carácter cerrado y distante, sino que eran lugares donde las personas entraban en contacto con sus ancestros, los cuales eran tratados como dioses, los alimentaban, los visitaban periódicamente y les rendían culto. De ahí que fueran lugares cotidianos para los zapotecos.

Como se mencionó, las urnas eran de los objetos más ofrendados. Consistían en un vaso que podía estar sobre un pedestal y enfrente se le recubría con aplicaciones que representaban a un dios o a otro personaje. El vaso tenía la finalidad de poder colocar objetos rituales, aunque probablemente algunos se utilizaron como braseros.

Los objetos reunidos con el número de catálogo 1325 corresponden a dos aplicaciones que ayudaban a crear el rostro y el tocado de un personaje representado de una urna. La más sencilla de las dos piezas es la segunda, la cual es un medio círculo con las paredes curvo-divergentes. La parte inferior está creada por dos escuadras que se entrelazan y de ahí se desprenden 15 líneas incisas para simular 16 plumas. El tratamiento de la pieza contrasta en la vista frontal y posterior, ya que en la primera se encuentra un acabado alisado, mientras que por detrás se alcanza a percibir un tratamiento más burdo y los fragmentos de arcilla que se utilizaron para pegar la decoración a la urna. Esta aplicación debió de estar ubicada en la parte superior de la cabeza de un personaje y consistía en un pequeño ramillete de plumas que formaba parte de una esplendoroso tocado.

En cambio, la primera pieza agrupada en este conjunto posee una figura más intrigante. Esta se puede dividir en dos secciones, una más ancha y la otra más angosta contenida en la anterior. La primera consiste en un prisma rectangular con un extremo redondeado. El perfil de la pieza sigue una clara línea recta, pero al llegar al final su grosor se reduce abruptamente en un tercio. Además, presenta en la parte superior dos conos truncados y volteados (con la base hacia arriba). En cambio, la sección más angosta mantiene su mismo grosor y, cuando la primera forma se adelgaza, ésta crece. Al final se encuentra una línea incisa que divide horizontalmente en dos el elemento, la parte superior termina redondeándose y la inferior se curvea hacia abajo dividiéndose en tres pequeñas lengüetas. Esta pieza, pese a lo complejo de su descripción, es un elemento característico de la deidad Pitao Cozobi, diosa vinculada al maíz. El fragmento descrito corresponde a la máscara de jaguar que le rodeaba la boca y en específico a la sección que le cubre la nariz. Esta deidad era la responsable de los alimentos. En su fiesta los sacerdotes ofrendaban su sangre para pedir una producción abundante y después de la cosecha una porción se utilizaba para agradecer su favor.

Así, estos dos pequeños fragmentos nos muestran tenuemente el esplendor de las urnas zapotecas y la creatividad de los alfareros en la elaboración de las piezas, las cuales con diversas aplicaciones crearon esplendorosas obras. Esto, acompañado de las pinturas murales y el resto de las ofrendas, abre una venta a imaginarnos el esplendor de los rituales funerarios del México prehispánico.

El arte funerario es una de las mayores creaciones de los zapotecos, donde la creatividad y el ingenio se desplegaban en todos los elementos que implicaba una tumba. Por lo general, los entierros de los gobernantes o las personas se realizaban bajo tierra con una entrada que tenía un vano flanqueado por dinteles y jambas bellamente labradas. En el interior se encontraban varios cuartos con pintura mural. En estos aposentos se depositaba el cuerpo de la persona y se le rodeaba con una rica ofrenda. Por lo general, entre los objetos que se depositaban se encontraban urnas que representaban a dioses o a personas vestidas de deidades, como se aprecia en la Escultura de barro de un dios zapoteco con elementos de lluvia de la Colección del Museo Amparo. Cabe recalcar que las tumbas no eran particulares de un individuo, sino que correspondían a un linaje la mayoría de las veces, de ahí que se encuentren varios cuerpos enterrados en un aposento. Esta reutilización llevaba a la reactualización del discurso que se plasmaba en las tumbas y de ahí que fuera constante la renovación de las pinturas o los objetos que acompañaban a los difuntos. Además, las tumbas no tenían el carácter cerrado y distante, sino que eran lugares donde las personas entraban en contacto con sus ancestros, los cuales eran tratados como dioses, los alimentaban, los visitaban periódicamente y les rendían culto. De ahí que fueran lugares cotidianos para los zapotecos.

Obras de la sala

El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo