El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Mango de un abanico, punzón u otro objeto ritual o suntuario | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Mango de un abanico, punzón u otro objeto ritual o suntuario | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla

Mango de un abanico, punzón u otro objeto ritual o suntuario

Cultura Olmeca
Región Cuenca media del Balsas
Período Preclásico medio
Período 9 Preclásico medio
Año 1000-800 a.C.
Técnica

Hueso tallado, pulido y esgrafiado

Medidas 12.7   x 3.3  x 2.1  cm
Ubicación Sala 4. Sociedad y costumbres
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1677
Investigador

Esta pieza es difícil de interpretar debido a que fue solamente parte de un objeto mayor que se ha perdido. Lo más probable es que el componente faltante haya sido de madera, quizá con fibra o plumas. Se trata de un objeto de hueso, un hueso ancho, de forma tubular y grande. Un estudio especializado podría determinar si se trata de un hueso humano, que es lo más probable (parece parte de un fémur) o si perteneció a algún animal. Funcionó, al parecer, como un mango, en el cual debió insertarse un asta de madera; esto explicaría la forma anular y las huellas de uso en el interior. Los dos pequeños orificios parecen haber servido para introducir algún cordel y contribuir a sujetar el asta de madera.

Si el mango fuese para un lanzadardos debería tener unas anillas y un área de agarre mayor. Hemos considerado también la posibilidad de que fuese el mango de un punzón, pero no hay antecedentes iconográficos u otro tipo de registro de semejante cosa. Un artefacto elegante y elitista, que sí tenemos registrado por lo menos desde el Clásico temprano, es el abanico. Un abanico normalmente se compone de varias piezas: cestería, plumas, un soporte o asta de madera; y es factible que dicha asta se haya sujetado a partir de este mango de hueso. Como quiera que sea, es sólo una conjetura.

De lo que no cabe duda es del carácter suntuario (y acaso ceremonial) de la pieza. Es una obra de arte realizada por un especialista, conocedor de la técnica necesaria para pulir y grabar el hueso. Es además un artesano talentoso que logró dibujar una figura antropomorfa ajustándola a la forma y dimensiones del mango.

El diseño esgrafiado en el hueso guarda una semejanza notable con las figuras grabadas en algunas hachas de jade de tipo olmeca. Y en realidad los rasgos estilísticos son suficientemente claros como para identificar sin duda el diseño como olmeca. Los ojos rasgados, el ceño fruncido, la nariz achatada, las cejas agrupadas hacia la frente con un diseño que se abre en forma de V, y la abstracción lineal del resto del cuerpo, son rasgos muy característicos del arte olmeca sobre pequeños objetos.

Una pieza así no pudo haberse hecho ni antes de 1200 a.C. ni después de 500 a.C. Lo que resulta más difícil es establecer la región en la cual se produjo. Las áreas naturales serían aquellas asociadas con hachas de jade olmecas, donde estos diseños eran comunes. Las cuencas alta y media del Balsas son opciones bastante probables: sitios ubicados entre Las Bocas (Puebla, cerca de Izúcar) y Teopantecuanitlán (Guerrero).

Esta pieza es difícil de interpretar debido a que fue solamente parte de un objeto mayor que se ha perdido. Lo más probable es que el componente faltante haya sido de madera, quizá con fibra o plumas. Se trata de un objeto de hueso, un hueso ancho, de forma tubular y grande. Un estudio especializado podría determinar si se trata de un hueso humano, que es lo más probable (parece parte de un fémur) o si perteneció a algún animal. Funcionó, al parecer, como un mango, en el cual debió insertarse un asta de madera; esto explicaría la forma anular y las huellas de uso en el interior. Los dos pequeños orificios parecen haber servido para introducir algún cordel y contribuir a sujetar el asta de madera.

Obras de la sala

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