El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Máscara con ojos y boca circulares | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Máscara con ojos y boca circulares

Cultura Tradición Mezcala
Región Cuenca media del Balsas, probablemente
Período Preclásico tardío-Clásico tardío
Período 9 Preclásico tardío-Clásico tardío
Año 500 a.C.-900 d.C.
Técnica

Piedra tallada y calada

Medidas 19.4   x 17.5  x 9.2  cm
Ubicación Sala 3. Cuerpos, rostros, personas
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 926
Investigador

Esta pieza fabricada de piedra verde finamente pulida puede ser a primera vista identificada como una máscara, sin embargo debido a que no cuenta con las dos pequeñas perforaciones laterales que son necesarias para suspenderla, cabe pensar que no se llevó sujeta a la cabeza por una persona viva, aunque no se puede descartar por completo esta función, debido a que la pieza evidentemente tiene las perforaciones para que los ojos vean y para que la boca hable.

Diego Durán se refiere a la voz de una máscara. En su Historia de las Indias relata la ocasión en la que una máscara presagia una guerra con los pueblos vecinos a un gobernante mexica, en cierta medida, la historia certifica la creencia mesoamericana, al menos en el siglo XVI, de que las máscaras son objetos animados e inteligentes. Pero no son máscaras que hablan, son rostros que tienen la capacidad de existir y de tener vida explica Cecelia Klein. Al considerar que una máscara no solamente existe cuando se lleva, es necesario suponer la posibilidad de que se utilizara en el contexto de otras prácticas que formaban parte de rituales y ceremonias que se llevaban a cabo en el México prehispánico, es pertinente reflexionar acerca de las nociones que existían alrededor de la concepción de una máscara/rostro.

Ciertamente, lo anterior se vuelve más complejo cuando se refiere a los olmecas o teotihuacanos, sin embargo existen maneras de entender el significado de la máscara y su relación con el rostro. Apoyándose en las representaciones de máscaras en las esculturas, los relieves y las pictografías,  principalmente en las descripciones que hacen de su uso los cronistas del siglo XVI, es posible acercarse a la experiencia prehispánica tanto de los usuarios como de los espectadores, al situarse ante o detrás una máscara/rostro. Los estudios en torno a la función ideológica, política y económica de la máscara entre los mexicas, registran que éstas estaban fabricadas de materiales valiosos y piedras preciosas, pero de igual modo se fabricaban de materiales perecederos.

A decir: la máscara hecha de penca de maguey, con los ojos recortados, que llevaban las mujeres embarazadas y los niños en las ceremonias del Fuego Nuevo; en la lámina 35 del Códice Borbónico, el tlacuilo, artista indígena, representó a las máscaras con un color azul verdoso. También se ha de mencionar, la máscara fabricada de la piel del muslo de la mujer sacrificada que personificaba a la diosa madre Toci también llamada Teteu Innan y que lleva el dios joven del maíz Cintéotl en las ceremonias de Ochpaniztli, Estos dos ejemplos tomados de las descripciones que Bernardino de Sahagún hace en su Historia General sobre las ceremonias del año ritual mexica nos hablan de máscaras fabricadas de un material que es efímero y contrastan con la máscara de piedra verde que aquí vemos, principalmente por su calidad pétrea.

Aunque en el fondo no son tan distintas las manifestaciones, en todos los casos estamos frente a un objeto que hace evidente la ausencia del rostro que representa. El rostro/máscara de piedra verde muy pulida, la manera en la que está cortada y calada para permitir hablar y ver, a la vez que la selección misma de la piedra, que es suave al tacto y lisa, permite afirmar que las máscaras y los rostros de piedra posiblemente tuvieron diferentes funciones. Algunas están labradas en su parte posterior para acomodar las facciones de la cara y verosímilmente eran colocadas sobre el rostro, otras se incorporaban a los fardos mortuorios o a la concepción material de una deidad. Nos cabe pensar de igual modo que otras máscaras posiblemente nunca fueron concebidas para ser colgadas o suspendidas, sabemos que se fabricaban versiones de piedra de la máscara/rostro y que tenían una función votiva. No era solamente una cobertura de la cara, era la cara misma.

Esta pieza fabricada de piedra verde finamente pulida puede ser a primera vista identificada como una máscara, sin embargo debido a que no cuenta con las dos pequeñas perforaciones laterales que son necesarias para suspenderla, cabe pensar que no se llevó sujeta a la cabeza por una persona viva, aunque no se puede descartar por completo esta función, debido a que la pieza evidentemente tiene las perforaciones para que los ojos vean y para que la boca hable.

Obras de la sala

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