El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Vasija con decoración incisa (serpiente) | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Vasija con decoración incisa (serpiente)

Cultura Centro de Veracruz
Región Veracruz
Período Clásico tardío-Epiclásico
Período 9 Clásico tardío-Epiclásico
Año 600-900 d.C.
Técnica

Barro modelado con borde pintado de color rojo y decoración incisa

Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1251
Investigador

Corriendo el Clásico tardío, no antes del año 600 de nuestra era, se formalizó en la llanura costera del Golfo de México una tendencia de la alfarería que, aunque se hallaba presente desde tiempo atrás, ahora adquirió especial fuerza en el gusto decorativo de Mesoamérica. Se trata de acabados moteados o “marmoleados” que se extendieron rápidamente por la llanura costera del Golfo de México con colores que van desde el amarillo hasta el café obscuro pasando por el anaranjado y el rojo.

Cuando aparecen juntos, suelen presentarse en áreas de transición entre uno y otro, tal y como sucede con esta vasija del Museo Amparo. Es normal que coexistan en una misma pieza técnicas decorativas diferentes que por lo regular incluyen la incisión y la decoración al negativo.

Digno de resaltar es el manejo de los colores en la superficie exterior de la vasija, la habilidad técnica que permitió contrastarlos en áreas específicas y su casi perfecta correspondencia con los diseños incisos. El pigmento siempre es un óxido de hierro, pero su tonalidad depende de la intensidad del calor al que se somete antes de su preparación como pintura, mientras que el acabado moteado se obtiene en el proceso de pulido y con la cocción de la vasija.

El interesante cajete que ahora nos ocupa lleva el borde pintado de color rojo, remarcado sólo en el exterior por una incisión que lo delimita del cuerpo de la vasija. Por debajo, aparece un acabado “marmoleado” que va del amarillo al anaranjado y que sobre una suerte de medallón decorado con una efigie igualmente incisa, adquiere el mismo color del borde. Se trata de la cara de una serpiente, una representación convencional del animal surgida de una técnica de dibujo que cobra especial importancia en el Epiclásico (ca. 900 d.C.) y donde la frontalidad se logra al sobreponer parcialmente dos perfiles encontrados. Esta manera de figurar el rostro de la serpiente hace que la boca adquiera la forma de una cruz, la nariz arriba, los dientes a los lados y la lengua ocupando el centro.

La cruz es justo uno de los símbolos de Venus más utilizados en Mesoamérica. Para esta época también se desarrolló el culto a Tlahuizcalpantecuhtli, un complejo ritual que favoreció la aparición de toda una serie de temas nuevos en el arte del México antiguo, como son el registro de los ciclos sinódicos de Venus y una relación de orden geométrico entre el cómputo de sus avistamientos como lucero de la mañana y el carácter guerrero de esta última deidad. Son tiempos en los que se introdujo una nueva ideología, misma que habría de promover el ascenso de una suerte de “aristocracia” guerrera ligada con un modelo cultural que se extiende rápidamente por el litoral marino del Golfo de México y con la alfarería de acabado moteado que hemos venido tratando aquí, a propósito de esta magnífica pieza probablemente elaborada en el centro de Veracruz.

Corriendo el Clásico tardío, no antes del año 600 de nuestra era, se formalizó en la llanura costera del Golfo de México una tendencia de la alfarería que, aunque se hallaba presente desde tiempo atrás, ahora adquirió especial fuerza en el gusto decorativo de Mesoamérica. Se trata de acabados moteados o “marmoleados” que se extendieron rápidamente por la llanura costera del Golfo de México con colores que van desde el amarillo hasta el café obscuro pasando por el anaranjado y el rojo.

Obras de la sala

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